domingo, 17 de julio de 2011



MI QUERIDO PESERO:
Crónica de una tarde en el trafico.
Sentada en el asiento delantero de mi coche tengo la valentía de acercarme al volante; digo valentía por que quien haya manejado alguna tarde con lluvia en la ciudad de México, sabe que atreverse a repetirlo es tener los doce huevos contenidos en el cartón del súper adentro de sus pantalones. Sí señores,  ante el trafico de Insurgentes Robin Hood se quedo pendejo.
El bello paseo de tres o cuatro horas en un tramo ridículamente corto es una historia épica, digna de escribirse, llena de personajes que ni televisa hubiera inventado, ni el manicomio podría contener, un zoológico con variedad de animales y especies que solo vemos en la Ciudad de México.
A las seis de la tarde,  las calles de la ciudad están listas para retacarse y lograr el segundo lugar en los índices estadísticos que marcan pendejo por metro cuadrado (promedio superado en algunas ocasiones de asistencia a las cámara de diputados y senadores).
Preparada para ese deporte extremo,  cambio la palanca a drive, coloco mis manos sobre el volante y presiono el acelerador, pues se que después de salir de mi cochera el freno se hará mi mejor amigo;  segundos después me topo con el peor enemigo de la paz, no estoy hablando de Bush ni Bin Laden, esto es algo mucho peor: Una Honda Odyssey que declara a gritos, " cuidado soy peligrosa y tengo un bambineto adentro". 
La camioneta se cruza en mi camino y tras la orden de una mujer "llenita" y peinada con un exceso de laca , el chofer me toca el claxon y posteriormente, como debe ser, la responsable del bambineto desempeña su papel mas importante y pone una jeta del tamaño de Moctesúma, pues como lo dictan los manuales de toda mamaban:  Después de frenar en seco, cruzar incorrectamente y tocar el claxon innecesariamente,  es vital fruncir el ceño y aleccionar a quien maneja tras de ti;  claro que este ritual parece justo a todas esas amas de casa ¿De qué otro modo si no podrían expresar las inconformidades sexuales que experimentan por cortesía de su marido calvo?
Ahora sí,  después de ese entrenamiento salgo a la avenida y me alisto para la guerra, pongo mi mente atenta, me armo de todo insulto necesario y subo el volumen de mi iPod para no toparme con un vecino que tenga como instrumento de tortura a Toño Esquinca y a su pinche muchedumbre.
Casi llegando a reforma,  recibo una llamada a mi celular; obviamente no la contesto, he manejado lo suficiente en esta ciudad para saber que hablar por teléfono en el auto es el UNICO crimen “penado” en ella, lo cual realmente parece obvio ante la moral, es decir, ¿Para qué dedicarse a atrapar narcos, si hay criminales de mas cuidado como los telefonistas?
No veo ningún policía cerca,  pero no importa por que en el país el organismo vial se divide en dos vertientes,  los que se dedican a hacer el trafico- que comúnmente se les llama retenes-  y,  los que se esconden como ladrones, que no tienen nombre especifico pero es posible identificarlos manejando una moto fatalmente, creyéndose padrotones y escuchando a sus interlocutores decir: "híjole poli cien es muy caro no nos podemos arreglar más barato".
Acorralada entre dos coches en Reforma, unos segundos más tarde, ya consiente de que no saldré de ese tramo en dos horas, deseo con toda mis ganas haber contestado el celular, por lo menos en altavoz, cuando me doy cuenta de que era mi papá, para advertirme que no tome esa calle,  pues me convertiré en victima directa de la peor expresión que un ciudadano en el DF puede escuchar: "¡Manifestación en Reforma!",  Pero, para esas alturas y parada en el trafico,  su aviso resulta igual de oportuno que el anuncio que da ese payaso en Saw a quien esta apunto de ser torturado, inútil y frustrante.
A unos metros de mí,  los manifestantes con sus carteles expresan alguna inconformidad, el tema de la presentación varía dependiendo del día, pero en el fondo todos los carteles esconden lo mismo y si lo tuvieran escrito podríamos leer algo así como:
"No tengo trabajo por que considero la cantina un compromiso de tiempo completo, y AMLO me prometió una torta y un refresco si venía; no creas que soy pendejo, se perfectamente que lo que manifiesto no va a ser escuchado, pero tengo ganas de chingar. No te lo tomes personal ya para estas alturas deberías saber que reforma es una calle de conglomerados peatonales no de transito, si te jodi tu día perdón es que como yo no hago nada me gusta que los demás sean unos pinches inútiles como yo.
Pero en realidad los carteles no dicen eso, se leen mas bien frases activistas mal redactadas algo así como PEMEX NO SE VENDE o mi favorita VOTO POR VOTO CASILLA POR CASILLA que se vuelven mas repetitivas que el slogan de Sanborns y sección amarilla. sirven de maravilla para entorpecer el progreso de nuestro país y alegran el panorama del trafico con jingles que suenan mejor que el claxon del brillante taxista que esta atrás de mi y realmente cree que su bocina con sonido implementado de los tigres del norte tiene un toque mágico para mover el trafico.
Después de subir el volumen de mi IPod un poco mas todavía, encuentro un camino alterno pero a punto de entrar el pesero se me cruza dándole un “rosesito” a mi coche , no se si decirle gracias por tomarse la consideración de pintarlo de blanco aunque yo no se lo haya pedido o reclamarle por ser una bestia hecha y derecha, pero da igual mi decisión por que aunque cuando no hay trafico todos los peseros van a uno por hora y frenan en seco en lugares que no hay topes, sorprendentemente si tienen acelerador, me queda claro que seguramente viene incluido con él un instructivo condicional que dice: No me uses a menos que veas que el trafico esta que te cagas, que te puedas cruzar mal, o que le choques a alguien. Increíble pero cierto los choferes del pesero tienen la opción de usar mal los dos pedales no solo los del freno.
Quisiera decir que esta experiencia tiene un final feliz, pero a parte del que recibieron los guarros amistosos, que se pasan encima de todo coche con su supuesto legitimo derecho, por premio del patrón; todos dentro de esta fabula terminamos atorados como viles pendejos que viven eso diario y al final después de unas cuantas horas de frustración regresamos cada quien a casa y culpamos al gobierno, por que ellos son los únicos mal funcionales en este país ¿no?

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